Las universidades británicas han continuado con las movilizaciones durante esta semana. El 30 de noviembre fue el tercer día de acciones a nivel nacional en el Reino Unido, después de la gran manifestación del 10 de noviembre en Londres y de las diferentes movilizaciones que se vivieron el 24. De hecho, doce universidades han seguido ocupadas desde el miércoles de la semana pasada y allí no ha cesado en ningún momento la actividad. Las siguientes grandes movilizaciones se están planeando para el 9 ó el 11 de diciembre, coincidiendo con la votación en el Parlamento sobre la subida de las matriculas universitarias, que podían alcanzar las 9.000 libras, y que se rumorea se llevará a cabo a mediados de diciembre. La aprobación de estas medidas no está clara, ya que los Liberales-Demócratas, que gobiernan en coalición con los Conservadores, han protagonizado diversos vaivenes entorno a su posición. Si en la campaña electoral, Nick Clegg, líder de los Lib-Dem prometió no hacer ningún recorte en Educación, meses después se desdijo y declaró que a veces no se puede controlar lo prometido, pasando a defender los enormes recortes en presupuesto educativo, así como la subida de los precios de las matrículas. Un día antes de esta última movilización, envió una carta a Aaron Porter, presidente de la National Union of Students, diciéndole que los estudiantes no habían entendido bien las propuestas y que la subida del precio de las matrículas no iba a privar a ningún estudiante de acceder a la Universidad. Porter le respondió acusándolo de “traidor”, ya que no sólo no vota en contra de subir las matrículas como prometió, sino que ahora que forma parte de la coalición de gobierno las quiere además triplicar. Dentro de las filas de los Liberales-Demócratas, hay 104 antiguos parlamentarios que han firmado una petición para que el partido mantenga su propuesta electoral y no vote a favor de las medidas que el Gobierno quiere llevar a cabo en Educación. Entre las personas a las que iba destinada esta petición esta Vince Cable, actual Secretario de Estado de Universidades, quien ha dicho que está dispuesto a abstenerse en la votación para respetar la unidad del partido.
Mientras tanto, los estudiantes siguen en pie de guerra. A los universitarios se les ha sumado una parte de los estudiantes de instituto, que ven cómo estas medidas pueden afectar directamente a su futuro. No sólo en cuanto a su acceso a la Universidad, sino también por la supresión del EMA (Education Maintenance Allowance), una beca que reciben estudiantes de entre 16 y 18 años para seguir estudiando más allá de la educación obligatoria. Con esta ayuda, reciben una cantidad de unas 10 ó 30 libras por semana. Es además un tipo de beca que va destinada a las personas con menos ingresos económicos y que generalmente se centra en las áreas económicamente más desfavorecidas. El curso pasado unas 635.000 personas se beneficiaron de esta ayuda. Su supresión podría significar que gran parte de las clases bajas del Reino Unido no puedan aspirar a la Educación Superior. En la ocupación de la Universidad de Leeds, un grupo de adolescentes de un instituto de la ciudad explicaba cómo habían movilizado a todo su centro para que acudieran a las manifestaciones. Ésta también era su lucha porque, como decían, a ellos también les gustaría poder ir algún día a la Universidad. Todo el auditorio del Rupert Beckett Theatre recibió su discurso con aplausos. Más tarde, Malcolm Povey, presidente de la delegación del sindicato UCU en Leeds, proclamaba lo orgulloso que estaba de la acción que los estudiantes estaban llevando a cabo, un sentimiento que repitieron todos los oradores de cierta edad que tomaron la palabra en la asamblea general que se celebró en el espacio ocupado. “You are about the change. You are about the future” (“Vosotros sois el cambio, sois el futuro”), espetó Povey. El sindicato de profesores de Educación Superior UCU, mayoritario en las universidades británicas, está apoyando todas las movilizaciones de los estudiantes, sin embargo no ha tomado todavía medidas directas que llamen a sus afiliados a la movilización (aparte de convocarles a la gran marcha del 10 de noviembre en Londres). Se ha anunciado, no obstante, que en enero posiblemente convocarán huelgas en todos los centros del país. Esta acción parece ser más que urgente y enero puede ser demasiado tarde. Las medidas se votarán en el Parlamento probablemente en diciembre y la única medida que puede paralizar la Universidad sería una huelga general de los profesores y el personal de administración y servicios. Por eso, es más que necesario que este tipo de acciones lleguen cuanto antes. La NUS, que a partir de los altercados en Millbank, la sede central del Partido Conservador, se había mantenido al margen de las movilizaciones estudiantiles, está comenzando a dar apoyo a todas las acciones estudiantiles, tanto manifestaciones como ocupaciones. Aunque parece que se ha conseguido una unidad entre profesores y estudiantes, es la National Campaign Against Cuts and Fees (Campaña Nacional Contra los Recortes y las Tasas) la que está llevando el peso de las movilizaciones en todo el país.
Bajo esta convocatoria, las manifestaciones del 30 de noviembre volvieron a sacar a los estudiantes a la calle por toda la geografía británica. Y esta vez con un frio helador. En Leeds, bajo una temperatura de unos dos grados bajo cero y las calles cubiertas de nieve (no ha parado de nevar en una semana, algo nada habitual por estas fechas), la pancarta más acertada parecía ser una que rezaba: “Capitalismo quiere decir crisis y caos climático”. Las manifestaciones han sido realmente menos numerosas que las dos anteriores, pero eso no ha sido óbice para que los habituales hayan protestado más alto que nunca. Se respiraba además un ambiente enrarecido hacia la policía. Una estrategia policial parece haberse puesto de moda, el ‘kettle’, un tipo de cordón policial para cerrar a los protestantes durante un tiempo indefinido en un espacio sin que puedan salir de éste. Es lo que pasó el miércoles pasado en Londres en Whitehall, en donde los manifestantes estuvieron retenidos durante hasta siete horas. De cara a esta nueva jornada de movilización nacional se explicaba a todos los manifestantes, mediante videos o panfletos, cómo comportarse ante posibles ‘kettles’ organizados por la policía. En la ocupación de la UCL, en el céntrico barrio londinense de Bloomsbury, un abogado dio también una charla sobre los derechos legales de los manifestantes ante acciones como las que realizó la policía el miércoles pasado. Un estudiante entrevistado por The Guardian expresaba como el ‘kettling’ debe ser considerado una forma de violencia, incluso si no supone contacto corporal, porque se está reteniendo a alguien en contra de su voluntad, lo que se agrava con las temperaturas que se están soportando estos días. Las marchas que tuvieron lugar por todo el país transcurrieron con normalidad, excepto por algunos enfrentamientos que se dieron entre la policía y los manifestantes en Trafalgar Square, cuando se intentaba desalojar a los protestantes al final de la manifestación. Esta acción se saldó con 146 detenidos, de los 153 en total que hubo en la capital londinense al cabo de la jornada de protestas. Momentos antes, también se habían vivido momentos de pánico cuando unos 4.000 estudiantes que marchaban hacia las Casas del Parlamento trataron de eludir un supuesto ‘kettle’ de la policía, algo que ocurrió también en otros puntos del país. En Birmingham, en Oxford y en Lewisham (Sur de Londres), se ocuparon temporalmente los ayuntamientos. El balance al final de la jornada fue de 32 edificios ocupados. Las movilizaciones prometen seguir en los centros educativos. El debate, aunque tampoco es generalizado en todas las aulas, se está dando entre profesores, estudiantes y otros miembros de la comunidad educativa. Son conscientes de que esta lucha no es algo que incumba solamente a la Universidad, sino que son medidas que están afectando a todos los servicios públicos y que amenazan con desmantelar el Estado del Bienestar. Es una lucha además que tampoco se reduce al Reino Unido. Las luchas que se están viviendo en Italia estos días resuenan habitualmente en los centros ocupados, así como las medidas que se están poniendo en práctica contra la Educación Publica en Grecia y, en general, en todos los países de la Unión Europea. Estas luchas son el único método que queda a la población británica para defender su futuro, para poder controlarlo. La decisión de lo que puede pasar parece recaer sin embargo en unas personas que no sienten ninguna responsabilidad hacia las personas para las que gobiernan y de las que recibieron su voto. La democracia liberal ha demostrado su ineptitud a la hora de representar los intereses de la clase mayoritaria, la clase obrera. Por aquí es donde hay que atacarla. Y la única manera de hacerlo es saliendo a la calle. Los estudiantes lo harán, a pesar de la nieve…
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