domingo, diciembre 12, 2010

Las universidades británicas en lucha por su futuro (IV): “La lucha no ha terminado. Es sólo el principio”

Una foto está recorriendo el mundo. La foto en que aparecen el Príncipe Carlos y su mujer Camilla en su Rolls-Royce, asustados por el ataque de un grupo de jóvenes que rompió una ventana de su coche y lo roció de pintura. El heredero a la Corona británica y la duquesa de Cornwall iban al teatro cuando se vieron sorprendidos por una masa de estudiantes que, después del resultado de las votaciones en el Parlamento, se dispersaron y comenzaron a descargar su ira con violencia. Puede tratarse de un hecho puntual que no tiene relación directa con lo que se estaba jugando el 9 de diciembre en Londres: la subida de las tasas universitarias hasta 9.000 libras. Estos focos de violencia que protagonizó una parte de los manifestantes fueron además criticados por otra gran parte de los estudiantes que abogaban por una marcha pacífica. Pero también hay que entender que tanto el ataque al coche real, como el destrozo de las ventanas de edificios del Gobierno y el enfrentamiento directo con la policía, forman parte de una profunda rabia que se ha labrado entre los estudiantes frente a los dirigentes de su país. Se puede entender esta revuelta en cierta manera como una lucha de clases, si bien espontánea y sin una conciencia política demasiado organizada. Durante las protestas del último mes se ha acusado a los Conservadores de ser una panda de millonarios que gobierna solo para sus intereses. Asimismo, las diferencias de clase en el Reino Unido están mucho más marcadas que en otros países europeos y el malestar social que eso implica sale de vez en cuando a la luz. Éste ha sido uno de los casos. La subida de los precios de la matrícula universitaria hasta 9.000 libras puede dejar a gran parte de las clases populares sin acceso a la Educación Superior. Si a eso se le añade la supresión del EMA, una pequeña ayuda destinada a jóvenes de entre 16 y 19 años de las clases más desfavorecidas para seguir con sus estudios mas allá de la enseñanza obligatoria, esta sutura se puede hacer mucho mayor. El recorte del presupuesto universitario dedicado a la enseñanza podría además reducirse en un 80%, lo que dejará a muchas universidades británicas en una situación muy débil para afrontar su futuro. Muchas carreras que no son económicamente productivas se ven claramente amenazadas.

El Parlamento finalmente aprobó la subida de las tasas universitarias hasta un mínimo de 6.000 libras y un máximo de 9.000. Estas medidas se pondrán en práctica a partir de septiembre de 2012 y no afectará a los que ya hayan empezado sus títulos. La votación pasó con un margen mucho menor del que se esperaba. La diferencia ha sido de 21 diputados. Eso quiere decir que 21 Liberal-Demócratas votaron al final en contra, tal y como prometieron antes de las elecciones, y 8 se abstuvieron. Sin embargo, Nick Clegg, el líder de los Lib-Dem y otros 27 compañeros de partido votaron a favor. Esto es lo que desde el principio ha encendido la ira de los estudiantes, muchos de los cuales votaron a Clegg en las elecciones del pasado mayo. Hay por consiguiente un profundo sentimiento de traición hacia los Lib-Dems, de los que han aprendido que “no se puede confiar”. Un diputado de este partido comentó el jueves a una reportera de la BBC que el único compromiso que volverá a firmar será el de no hacer ningún compromiso nunca más. Por lo tanto, nos encontramos ante una profunda crisis de la democracia liberal, que ha demostrado que no depende de la voluntad popular, tal y como siempre se nos ha enseñado. La única excusa que los Conservadores tenían para intentar convencer a los estudiantes es que no comenzarían a pagar el precio de las matrículas hasta que empezaran a ganar un mínimo de 21.000£ anuales, debido al sistema de préstamos que existe en el Reino Unido. El problema radica, sin embargo, en que la deuda que los estudiantes de grado tendrán al final de la carrera será de entre unas 30.000 y 38.000 libras. Según las estimaciones del Instituto de Estudios Fiscales, un graduado medio tendría que ganar unas 50.000 libras al año durante 26 años para pagar toda la deuda. Esto generará por tanto un importante endeudamiento entre los británicos que no solo les afectará a ellos, sino también al Estado. La razón por la que se supone que se quieren poner en práctica estas medidas es para paliar la importante deuda que tiene el Estado británico. Sin embargo, como se ha criticado constantemente, estas reformas no van a ayudar en nada a solucionar esa deuda, sino que simplemente van a ayudar a desmantelar el Estado del Bienestar. Eso es básicamente lo que se pretende con todos los recortes que se van a llevar a cabo en todos los sectores públicos británicos, como se puede deducir del estudio Comprehensive Spending Review (Análisis del Gasto Comprensivo) en el que se hizo pública la voluntad de poner en práctica todos estos recortes. .

Mientras se votaban estas medidas en el Parlamento, el centro de Londres se convertía en un auténtico polvorín. Las dos marchas de estudiantes que habían sido convocadas a las once de la mañana en el centro de Londres se juntaron en Westminster, frente al Parlamento. En principio, los estudiantes no tenían permitido acercarse a Parliament Square. La policía intentó pararles y se repitieron los “kettles” de los que ya hablamos en la segunda entrega de esta serie, una especie de cordón policial que no dejaba continuar la marcha de los estudiantes. Sin embargo, los estudiantes pudieron llegar hasta Parliament Square, donde se concentraron para protestar frente al Parlamento contra la subida de los precios de la matrícula que se estaba debatiendo dentro. Alrededor de las 3.45 las cosas se pusieron violentas. Los policías acordonaron a los estudiantes, los estudiantes presionaron para intentar rebasar el cordón policial y la violencia se desató. Se atacó a los manifestantes con bastones, incluso desde los caballos que estaban escoltando la marcha. A su vez, algunos estudiantes lanzaron vallas a los policías. Las imágenes de lo que estaba pasando alrededor de las cinco de la tarde dentro y fuera de las Casas del Parlamento eran asombrosas. Mientras los diputados discutían sobre las medidas que estaban a punto de votar, una multitud de personas estaban fuera del Parlamento gritando contra lo que estaban a punto de aprobar en la Cámara de los Comunes. Varias hogueras se encendieron, mientras la masa de gente allí concentrada permanecía retenida por la policía, sin poder salir. Sobre las 5.40 de la tarde llegó la noticia sobre el resultado de las votaciones. Los estudiantes la recibieron desilusionados, aunque en gran parte estaban resignados respecto a lo que podía pasar en el Parlamento. Es a partir de este momento cuando se intensificó la violencia. Varios grupos de manifestantes comenzaron a tirar adoquines a la policía y a romper cristales en varios edificios gubernamentales. La policía respondió más que contundentemente. Empezaron a golpear a porrazo limpio a todos los manifestantes, tanto la policía de a pie como desde los caballos. El parte de heridos fue de 43 manifestantes y seis policías que tuvieron que ser hospitalizados. Un estudiante de 20 años tuvo que ser operado de urgencia por una hemorragia cerebral causada por los golpes propinados por la Policía Metropolitana de Londres. En plenos enfrentamientos, hubo grupos de manifestantes que se desperdigaron por el centro de la ciudad desplegando su ira. Intentaron quemar el enorme árbol de Navidad que hay en Trafalgar Square, pero el intento fue frustrado. Justo después ocurrió el famoso incidente con el Príncipe Charles, cuando él estaba intentando ir tranquilamente al teatro, ajeno a las luchas estudiantiles que estaban teniendo lugar en el centro de la ciudad.

La camiseta de un estudiante que se manifestó el jueves en Londres rezaba: “No future. Too expensive” (“No hay futuro. Es demasiado caro”). Eso es lo que les puede pasar a muchos jóvenes británicos que no tienen dinero suficiente como para permitirse una carrera. Y para muchos departamentos universitarios parece ser que su futuro también les puede resultar muy caro, si es que se lo pueden permitir. Pero esto no significa que no haya futuro para la lucha estudiantil, sino más bien todo lo contrario. El movimiento estudiantil británico se ha despertado y no se va a volver a dormir tan rápidamente. Como decía otro estudiante a un periodista de The Guardian nada más conocer el resultado de la votación en el Parlamento: “The fight is not over. It’s the beginning” (“La lucha no ha terminado. Es sólo el principio”).

jueves, diciembre 09, 2010

Las universidades británicas en lucha por su futuro (III): ¿el día final para la Educación Superior?

El 9 de diciembre estaba marcado desde hace días en el calendario británico como una jornada de extrema importancia. El Parlamento vota hoy las medidas que el nuevo Ejecutivo del país se ha propuesto tomar en Educación. Entre ellas, el más que polémico incremento de las matrículas universitarias hasta 9.000 libras y un recorte sin precedentes en el presupuesto para Universidades (para saber más sobre las medidas, lee aquí). Según un estudio realizado por el sindicato universitario UCU, unas 49 universidades -lo que implica alrededor de un tercio del total de las universidades británicas- podrían estar en riesgo de cierre debido a los recortes. Las movilizaciones que se han vivido durante el último mes pretenden desembocar hoy en una marcha como la que se vivió el pasado 10 de noviembre en Londres, en la que 50.000 personas salieron a la calle para protestar contra los recortes en Educación y la subida del precio de las matriculas. El objetivo principal es presionar al Parlamento para que no aprueben hoy esas medidas que podrían significar un deterioro irreversible de la Universidad, así como la exclusión de gran parte de la población a la Educación Superior. Ayer se celebró un nuevo día de acción a nivel nacional, que sirvió para calentar motores para el que ha sido llamado “Día-D para la Educación”, en el que el futuro de la Educación Superior pública está en juego, tanto en las calles como en el Parlamento

La NUS (National Union of Students) ha lanzado en los últimos días una campaña de presión a los diputados que firmaron como compromiso electoral no subir el precio de las matrículas. Se insta a los estudiantes a que escriban un correo al diputado elegido por su demarcación pidiéndole que haga cumplir su compromiso. Además, en los edificios de las Student Unions de algunas universidades se han creado “muros de la vergüenza” en los que aparecen las fotos de todos los diputados que prometieron votar en contra de cualquier tipo de incremento de las matriculas. Las cuentas, de hecho, no están nada claras de cara a las votaciones. Hay por lo menos tres diputados Liberal-Demócratas que han confirmado que votarán en contra, a los que se les han sumado otros dos diputados Conservadores que también firmaron su compromiso de no votar a favor del incremento de las tasas universitarias. Gran parte de los representantes parlamentarios de los Lib-Dem están todavía considerando su posición. Nick Clegg, el líder Liberal-Demócrata y la figura más vilipendiada durante las movilizaciones, ha hecho público ya que él sí votará a favor, incumpliendo por tanto su compromiso electoral y con los estudiantes. La división que puede haber entre las filas de los Lib-Dem es más que evidente. Clegg ha reconocido que no todos sus compañeros de partido “andarán sobre el fuego” con él. Ed Milliband, el actual Secretario General del Partido Laborista, quiso también ponerle en jaque y seguir con la presión hacia los Liberal-Demócratas declarando el pasado domingo que la subida de los precios de las matrículas era “un acto de vandalismo”. Añadió además la propuesta de poner en práctica un sistema de tasas progresivas. Alan Johnson, portavoz de los Laboristas, ha cambiado su posición al respecto en los últimos días. Al principio no apoyaba esta medida, porque no la veía viable, pero finalmente ha cambiado su parecer, y ha admitido que sería una opción más justa para repartir gastos entre el Gobierno y los estudiantes. El Partido Laborista se ha mostrado en la última semana mucho más contundente en contra de las medidas que la coalición de Gobierno quiere llevar a cabo y ha anunciado ya su voto en contra. Su posicionamiento viene además acompañado por la negativa a renunciar a uno de sus votos para equilibrar la ausencia del Lib-Dem Chris Huhne, Secretario de Estado de Cambio Climático, que está actualmente en la Cumbre de Cancún y que podría volver expresamente para la votación. Los Laboristas han visto por lo tanto que la crisis de Gobierno que está implicando la puesta en marcha de estas medidas puede crear una importante fractura dentro de la coalición.

Hay, sin embargo, otro partido que se está jugando en las universidades y en la calle. Pretende en cualquier caso recuperar el control que la democracia, se supone, hace recaer en los ciudadanos. Ése es el fin de la marcha que hoy pretende hacerse oír durante las votaciones en el Parlamento. De momento, las ocupaciones siguen en una docena de universidades, a las que se les ha añadido la de un instituto en el barrio londinense de Camden. Si bien es cierto que las protestas de ayer fueron menos numerosas –el cansancio se nota durante un mes de movilizaciones casi continuas-, el ambiente para la gran marcha se prevé caldeado. Una anécdota de lo ocurrido ayer nos puede servir para ilustrar lo que está pasando actualmente en el Reino Unido. Un grupo espontáneo de estudiantes decidió, al finalizar la manifestación, ir a ocupar la sede del Banco Santander que hay en el campus de la Universidad de Leeds. La reivindicación planteaba que mientras muchas librerías se están cerrando en las universidades británicas, los bancos son bienvenidos en todos los campus universitarios. Éste es además un curioso ejemplo de cómo la globalización económica también implica una globalización de los blancos a los que el movimiento estudiantil apunta. El Banco Santander posee oficinas bancarias en prácticamente todas las universidades españolas, pero en su expansión internacional, también está copando los campus británicos. Si en su día fue foco de las protestas que se vivieron en España en contra del Proceso de Bolonia y objetivo de una ocupación en Barcelona, los estudiantes británicos también han entendido que esta situación es paradigmática de la privatización encubierta que medidas como estas están potenciando en la Educación Pública. Los recortes en Educación son además parte de un gran paquete de reducción presupuestaria en todos los sectores públicos. Se trata por tanto del desmantelamiento de las bases del Estado de Bienestar, algo que está pasando por toda Europa, pero que aquí recuerda –y mucho- a la oscura era de Thatcher. El malestar sobre lo que le puede pasar a la Universidad es latente entre los estudiantes y profesores que se están movilizando estos días. No es para menos. El futuro de la Educación Superior está en juego.

miércoles, diciembre 01, 2010

Las universidades británicas en lucha por su futuro (II): los estudiantes siguen con las ocupaciones y las movilizaciones

Las universidades británicas han continuado con las movilizaciones durante esta semana. El 30 de noviembre fue el tercer día de acciones a nivel nacional en el Reino Unido, después de la gran manifestación del 10 de noviembre en Londres y de las diferentes movilizaciones que se vivieron el 24. De hecho, doce universidades han seguido ocupadas desde el miércoles de la semana pasada y allí no ha cesado en ningún momento la actividad. Las siguientes grandes movilizaciones se están planeando para el 9 ó el 11 de diciembre, coincidiendo con la votación en el Parlamento sobre la subida de las matriculas universitarias, que podían alcanzar las 9.000 libras, y que se rumorea se llevará a cabo a mediados de diciembre. La aprobación de estas medidas no está clara, ya que los Liberales-Demócratas, que gobiernan en coalición con los Conservadores, han protagonizado diversos vaivenes entorno a su posición. Si en la campaña electoral, Nick Clegg, líder de los Lib-Dem prometió no hacer ningún recorte en Educación, meses después se desdijo y declaró que a veces no se puede controlar lo prometido, pasando a defender los enormes recortes en presupuesto educativo, así como la subida de los precios de las matrículas. Un día antes de esta última movilización, envió una carta a Aaron Porter, presidente de la National Union of Students, diciéndole que los estudiantes no habían entendido bien las propuestas y que la subida del precio de las matrículas no iba a privar a ningún estudiante de acceder a la Universidad. Porter le respondió acusándolo de “traidor”, ya que no sólo no vota en contra de subir las matrículas como prometió, sino que ahora que forma parte de la coalición de gobierno las quiere además triplicar. Dentro de las filas de los Liberales-Demócratas, hay 104 antiguos parlamentarios que han firmado una petición para que el partido mantenga su propuesta electoral y no vote a favor de las medidas que el Gobierno quiere llevar a cabo en Educación. Entre las personas a las que iba destinada esta petición esta Vince Cable, actual Secretario de Estado de Universidades, quien ha dicho que está dispuesto a abstenerse en la votación para respetar la unidad del partido.

Mientras tanto, los estudiantes siguen en pie de guerra. A los universitarios se les ha sumado una parte de los estudiantes de instituto, que ven cómo estas medidas pueden afectar directamente a su futuro. No sólo en cuanto a su acceso a la Universidad, sino también por la supresión del EMA (Education Maintenance Allowance), una beca que reciben estudiantes de entre 16 y 18 años para seguir estudiando más allá de la educación obligatoria. Con esta ayuda, reciben una cantidad de unas 10 ó 30 libras por semana. Es además un tipo de beca que va destinada a las personas con menos ingresos económicos y que generalmente se centra en las áreas económicamente más desfavorecidas. El curso pasado unas 635.000 personas se beneficiaron de esta ayuda. Su supresión podría significar que gran parte de las clases bajas del Reino Unido no puedan aspirar a la Educación Superior. En la ocupación de la Universidad de Leeds, un grupo de adolescentes de un instituto de la ciudad explicaba cómo habían movilizado a todo su centro para que acudieran a las manifestaciones. Ésta también era su lucha porque, como decían, a ellos también les gustaría poder ir algún día a la Universidad. Todo el auditorio del Rupert Beckett Theatre recibió su discurso con aplausos. Más tarde, Malcolm Povey, presidente de la delegación del sindicato UCU en Leeds, proclamaba lo orgulloso que estaba de la acción que los estudiantes estaban llevando a cabo, un sentimiento que repitieron todos los oradores de cierta edad que tomaron la palabra en la asamblea general que se celebró en el espacio ocupado. “You are about the change. You are about the future” (“Vosotros sois el cambio, sois el futuro”), espetó Povey. El sindicato de profesores de Educación Superior UCU, mayoritario en las universidades británicas, está apoyando todas las movilizaciones de los estudiantes, sin embargo no ha tomado todavía medidas directas que llamen a sus afiliados a la movilización (aparte de convocarles a la gran marcha del 10 de noviembre en Londres). Se ha anunciado, no obstante, que en enero posiblemente convocarán huelgas en todos los centros del país. Esta acción parece ser más que urgente y enero puede ser demasiado tarde. Las medidas se votarán en el Parlamento probablemente en diciembre y la única medida que puede paralizar la Universidad sería una huelga general de los profesores y el personal de administración y servicios. Por eso, es más que necesario que este tipo de acciones lleguen cuanto antes. La NUS, que a partir de los altercados en Millbank, la sede central del Partido Conservador, se había mantenido al margen de las movilizaciones estudiantiles, está comenzando a dar apoyo a todas las acciones estudiantiles, tanto manifestaciones como ocupaciones. Aunque parece que se ha conseguido una unidad entre profesores y estudiantes, es la National Campaign Against Cuts and Fees (Campaña Nacional Contra los Recortes y las Tasas) la que está llevando el peso de las movilizaciones en todo el país.

Bajo esta convocatoria, las manifestaciones del 30 de noviembre volvieron a sacar a los estudiantes a la calle por toda la geografía británica. Y esta vez con un frio helador. En Leeds, bajo una temperatura de unos dos grados bajo cero y las calles cubiertas de nieve (no ha parado de nevar en una semana, algo nada habitual por estas fechas), la pancarta más acertada parecía ser una que rezaba: “Capitalismo quiere decir crisis y caos climático”. Las manifestaciones han sido realmente menos numerosas que las dos anteriores, pero eso no ha sido óbice para que los habituales hayan protestado más alto que nunca. Se respiraba además un ambiente enrarecido hacia la policía. Una estrategia policial parece haberse puesto de moda, el ‘kettle’, un tipo de cordón policial para cerrar a los protestantes durante un tiempo indefinido en un espacio sin que puedan salir de éste. Es lo que pasó el miércoles pasado en Londres en Whitehall, en donde los manifestantes estuvieron retenidos durante hasta siete horas. De cara a esta nueva jornada de movilización nacional se explicaba a todos los manifestantes, mediante videos o panfletos, cómo comportarse ante posibles ‘kettles’ organizados por la policía. En la ocupación de la UCL, en el céntrico barrio londinense de Bloomsbury, un abogado dio también una charla sobre los derechos legales de los manifestantes ante acciones como las que realizó la policía el miércoles pasado. Un estudiante entrevistado por The Guardian expresaba como el ‘kettling’ debe ser considerado una forma de violencia, incluso si no supone contacto corporal, porque se está reteniendo a alguien en contra de su voluntad, lo que se agrava con las temperaturas que se están soportando estos días. Las marchas que tuvieron lugar por todo el país transcurrieron con normalidad, excepto por algunos enfrentamientos que se dieron entre la policía y los manifestantes en Trafalgar Square, cuando se intentaba desalojar a los protestantes al final de la manifestación. Esta acción se saldó con 146 detenidos, de los 153 en total que hubo en la capital londinense al cabo de la jornada de protestas. Momentos antes, también se habían vivido momentos de pánico cuando unos 4.000 estudiantes que marchaban hacia las Casas del Parlamento trataron de eludir un supuesto ‘kettle’ de la policía, algo que ocurrió también en otros puntos del país. En Birmingham, en Oxford y en Lewisham (Sur de Londres), se ocuparon temporalmente los ayuntamientos. El balance al final de la jornada fue de 32 edificios ocupados. Las movilizaciones prometen seguir en los centros educativos. El debate, aunque tampoco es generalizado en todas las aulas, se está dando entre profesores, estudiantes y otros miembros de la comunidad educativa. Son conscientes de que esta lucha no es algo que incumba solamente a la Universidad, sino que son medidas que están afectando a todos los servicios públicos y que amenazan con desmantelar el Estado del Bienestar. Es una lucha además que tampoco se reduce al Reino Unido. Las luchas que se están viviendo en Italia estos días resuenan habitualmente en los centros ocupados, así como las medidas que se están poniendo en práctica contra la Educación Publica en Grecia y, en general, en todos los países de la Unión Europea. Estas luchas son el único método que queda a la población británica para defender su futuro, para poder controlarlo. La decisión de lo que puede pasar parece recaer sin embargo en unas personas que no sienten ninguna responsabilidad hacia las personas para las que gobiernan y de las que recibieron su voto. La democracia liberal ha demostrado su ineptitud a la hora de representar los intereses de la clase mayoritaria, la clase obrera. Por aquí es donde hay que atacarla. Y la única manera de hacerlo es saliendo a la calle. Los estudiantes lo harán, a pesar de la nieve…