El Reino Unido es un caso más, y no menor, de los cambios que se están produciendo en toda Europa en la Educación Superior. La incertidumbre y el malestar sobre lo que podía pasar con las universidades británicas era un sentimiento que se vivía ya el año pasado, cuando todavía estaba Gordon Brown en el poder. Los recortes en Educación eran ya algo anunciado. El cambio de gobierno no hizo sino acelerar (y agravar) la situación. Meses después de la llegada al poder de la coalición entre Conservadores y Liberal-Demócratas, los planes se hicieron públicos, pese a que Nick Clegg, líder de los Lib-Dem y actual Viceprimer Ministro prometió en la campaña electoral que no haría recortes en Educación. A partir de la publicación del informe “Independent Review of Higher Education Funding and Student Finance” el pasado 12 de octubre, más conocido como Browne Review (ya que está redactado por Lord John Browne, Baron of Madigley y antiguo presidente ejecutivo de BP, entre muchos otros cargos), se ha planteado que el presupuesto dedicado a las Universidades debe afrontar una bajada que puede llegar hasta el 80%. El presupuesto de las universidades puede bajar de los actuales 3.500 millones de libras hasta los 700 millones. El presupuesto para la investigación puede bajar también en un millón de libras. Pero estas medidas no vienen solas. A la vez se planea que las matrículas universitarias pasen de las 3.290£ por año que cuestan actualmente hasta una cifra que puede llegar según algunos cálculos a ser de entre 7.000 y 9.000£. La cifra actual es, en efecto, suficientemente elevada. ¿Cómo pueden permitírsela entonces los estudiantes británicos? Lo hacen principalmente a través de préstamos. Fue en el 1998, con el gobierno de Tony Blair, cuando los estudiantes no sólo tuvieron que empezar a pagar una matrícula de 1.000£ por año, sino que también se suprimió el sistema de becas y se potenció el sistema de préstamos, que ya existía, pero con una inversión inferior. En 2004, la matrícula subió hasta unas 3.000£. Los préstamos son, por tanto, una necesidad para completar los estudios para más de un millón de personas. Actualmente los préstamos los da el Gobierno a través de la Students Loan Company (SLC), que se trata por lo menos de un ente público. Los préstamos deben ser devueltos por el estudiante con un bajo interés en un plazo de sesenta mensualidades a partir de cuando empiezan a cobrar una cantidad de alrededor de 15.000£ por año. Lord Browne, en su enorme bondad y profundo conocimiento de las clases populares, ha matizado que ahora no tendrán que empezar a pagar hasta que no lleguen a un sueldo de 21.000£ al año. Claro está que la deuda será mucho mayor.
El mecanismo de cómo ven que debe funcionar la Universidad no nos es ajeno. La reducción de dinero público destinado al presupuesto universitario se ve compensado por la enorme subida de las matriculas. Éstas pasan a ser la fuente principal de financiación de la Universidad, lo que deja, por supuesto, en una situación muy precaria a la Universidad. Cuando se dice en el Browne Review que todos los programas universitarios menos Medicina, Ciencias, Ingeniería y Lenguas Modernas podrían dejar de recibir dinero público se está diciendo, obviamente, que las demás carreras deberán buscarse la vida para poder subsistir. Por un lado deberán hacer frente a los costes con el dinero de las matriculas de los estudiantes, lo que pese a su incremento deja un margen poco amplio para que los diferentes departamentos puedan conseguir un buen funcionamiento. ¿Por el otro? Algo que ya venimos anunciando desde hace años: la Educación Superior deberá supeditarse a la lógica del mercado, es decir, ‘si no hace dinero, no es importante.’ La plataforma University of Leeds Against Cuts pone un ejemplo que nos es conocido, si bien con otros nombres. Esta vez se trata de un ejemplo claro, conciso y real, que se va a llevar a cabo en breve. La Universidad de Bradford ha anunciado recientemente un programa de grado ‘Morrisons’ (importante cadena de supermercados en el norte de Inglaterra, con base en esta ciudad de Yorkshire), que promete que tendrás “una gran carrera en los supermercados, gracias a una carrera de supermercados.” Otra vez el sempiterno truco de hacer pensar que la responsabilidad que la Universidad tiene con la Sociedad es la de beneficiar directamente a las empresas y no la de generar conocimiento y un espíritu crítico e independiente. El espíritu que guía sin embargo al Browne Review y a todos los cambios que se están produciendo actualmente en la Educación Superior es el de alejar la Universidad del sistema público y acercarlo a los intereses privados. Algo que cuadra perfectamente con el informe “Estrategia Universidad 2015: La gobernanza de la universidad y sus entidades de investigación en innovación” en España, firmado por la Fundación Conocimiento y Desarrollo, presidida por la señora Ana Patricia Botín, que llega a afirmar que el rector no tiene por qué ser un académico, sino por ejemplo un hombre de negocios, lo que agilizaría el funcionamiento de la Universidad (aparte de privatizar todos los sistemas de gestión dentro de las universidades, claro).
Las reformas que se espera se lleven a cabo en Educación en el Reino Unido significan, entre otras cosas, la posible pérdida de hasta 200.000 puestos de trabajo, tal y como anuncia el sindicato universitario UCU. Por otra parte, un 40% de los estudiantes del equivalente a Bachillerato en el Reino Unido dicen que si salen adelante las medidas que propone el Browne Review reconsiderarán si ir a la Universidad, según publica The Guardian.
Estas medidas han sacado a la clase universitaria a la calle. El 10 de noviembre se produjo una de las manifestaciones más numerosas que se recuerdan en el país en los últimos años. Unas 50.000 personas acudieron a la convocatoria de la National Union of Students (NUS) y la University and College Union (UCU) a marchar por las calles de Londres. Estudiantes y profesores de todos los puntos del país llegaron a la capital para protestar contra las reformas que pretender minar el sistema público universitario británico, que podría llegar a convertirse en el más caro de todo el mundo si se hacen realidad las medidas anunciadas. La enorme afluencia desbordó las expectativas de la organización, lo que provocó que la manifestación se dividiera y se dirigiera a diferentes objetivos. Una de las facciones fue a parar a la Millbank Tower, donde el Partido Conservador tiene su sede central. Unas pocas personas provocaron actos de violencia, rompiendo los cristales, destrozando el mobiliario y “ocupando” el edificio. Mientras tanto, unas dos mil personas se concentraban pacíficamente fuera lanzando cánticos contra los tories. Por supuesto, esto fue aprovechado por la mayoría de medios para tildar esta protesta de violenta y para eclipsar el contenido real de la movilización.
El 24 de noviembre los estudiantes volvieron a salir a la calle. Esta vez en diferentes puntos del país. Se calcula que hasta unas 130.000 personas salieron a la calle para continuar con las movilizaciones que empezaron el día 10 de noviembre y que no dan viso de parar en los próximos meses. Esta movilización no fue convocada por la NUS, tildada generalmente de institucionalista, sino que fue promovida por las diferentes plataformas y asambleas que participan bajo la National Campaign Against Fees and Cuts. La jornada transcurrió bajo un intenso y saludable clima de protesta entre unos estudiantes que, se nota, son nuevos en esto de las movilizaciones estudiantiles. Lejos de ser negativo, viejas controversias se dejan de lado para unir a estudiantes de todo tipo. Además, este clima generó un profundo ingenio a la hora de inventar algunos de los lemas y carteles que los estudiantes confeccionaban a lo largo de las marchas, si bien hay una falta de cierta conciencia política. No obstante, sigue habiendo muchos estudiantes que parece que esto no les comprometa (de hecho, el incremento de la matrícula no afectaría a los estudiantes que ya han comenzado su grado, aunque los recortes los notarán directamente en la calidad de la educación que reciben). Los únicos incidentes ocurrieron en Londres, en donde unos 4.000 protestantes fueron acordonados por la policía en Whitehall, frente al Parlamento y Downing Street, donde estuvieron retenidos durante horas en contra de su voluntad. Sin embargo, la nota dominante en los diferentes puntos del país fue la de seguir con las movilizaciones a través de la ocupación de algunos centros en diferentes universidades. Así, se ocuparon algunos espacios en universidades tan importantes como la UCL, la London South Bank University, Oxford, Warwick, Manchester Metropolitan o la University of Leeds. En estas ocupaciones se intenta crear un espacio de debate, de participación estudiantil y sirve como medida de presión a las diferentes universidades para oponerse a los recortes que el Gobierno quiere llevar a cabo. En la Universidad de Leeds, estas jornadas de lucha se completan con el programa “Really Open University” y bajo el slogan de “Reimagina la Universidad”, en el que se están realizando varios talleres como alternativa a una Universidad cada vez más mercantilizada. La ocupación del Rupert Beckett Theatre, una de las salas más importantes de la universidad, sirve como centro neurálgico de la ocupación, en donde los estudiantes se reúnen para decidir cuáles van a ser los próximos pasos en la lucha. De momento, ya hay anunciada una nueva movilización en todo el país para el próximo martes día 30 de noviembre.